Selección de críticas del musicólogo Gustavo Moral Álvarez

miércoles, febrero 28, 2007

“Cuatro puntos de un cuarteto”

Las ciudades de Praga, Varsovia y Budapest fueron la excusa programática que, la Fundación Marcelino Botín, aprovechó para ofrecernos un muy interesante concierto, encargado al cuarteto Talich, dentro de su actual proyecto de Conciertos Didácticos.

Cuatro son los puntos de los que es imprescindible hablar tras haber asistido a este encuentro. El primero: la enorme categoría musical de cada uno de los miembros de la agrupación, músicos de la cabeza a los piés que se entregan de forma absoluta a una partitura que entienden y traducen con la sencillez que implica toda su sabiduría. En segundo lugar es necesaria una especial mención al sonido de los instrumentos con los que nos visitaron los cuatro músicos. En el programa de mano no figuraba la edad de los músicos sino el año de construcción de cada uno de los instrumentos de cuerda, y no es para menos pues ellos, los dos violines, la viola y el violonchelo, llevan haciendo música desde antes que naciera Mozart. Han sido protagonistas del final del barroco, del clasicismo, del romanticismo, del nacionalismo, de todo el siglo XX... haciendo sonar cada pieza en el tiempo en la que fue compuesta. Ahí es nada.

Un tercer aspecto es, indudablemente, el criterio en la selección del programa propuesto. Tres obra mas una propina. En la primera mitad el aperitivo para limpiar oídos y preparar al público para el resto de la escucha con los ‘Dos Valses’ Op.54 de Dvorák, que fueron seguido por el ‘Cuarteto’ de Lutoslawsky, una pieza interesante por su forma compositiva que articular la creación de texturas en base a unas normas escritas. Una pieza dura y que comprometió al público a las sonoridades experimentales de la segunda mitad del XX. El guante fue recogido del suelo y la audiencia entendió la apuesta atendiéndola con un caluroso aplauso. En la segunda parte, además del ‘bis’ en forma de Tchaikovsky, uno de los cuartetos de Bela Bartók, el Op. 7, nuevamente explicado con magistral conocimiento de la pieza y una factura impecable.

Por último, y en cuarto lugar, el público que acudió a este concierto, llenando hasta la bandera el aforo del escenario de Pedrueca, incluso quedando muchos de ellos en pié durante toda la velada. Cuatro puntos de un cuarteto que mereció, sin dudarlo, un diez.

lunes, febrero 26, 2007

“Lleno para la Arteta”

El Palacio de Festivales registró un lleno absoluto el pasado sábado con motivo de la presencia, en su escenario de la Sala Argenta, de la soprano Ainhoa Arteta. A su lado la Orquesta Sinfónica de Bilbao bajo la dirección de Enrique Patrón de Rueda con un programa que contemplaba obras de Mozart, Rossini, Bellini, Gounod, Verdi, Puccini, Mascagni y Catalani.

La voz de la soprano de Tolosa sufrió una interesante evolución a lo largo de la noche; no sabemos si a causa del concepto marcado por el programa o de carácter simplemente físico. En sus primeras tres intervenciones tuvimos cierta sensación de oscuridad y falta de claridad en la vocalización en los motivos de “Le Nozze...” e “I Capuletti...”. Un afectación que, sumada al equilibrio vacío de emoción de la Sinfónica, nos dejaron una primera mitad sin pena ni gloria, calificable incluso de aburrida. Después del descanso la cosa cambió, tanto para los instrumentistas como para la cantante; bien es cierto que las obras elegidas eran más reconocibles por el público, más significativas y con muchos capítulos de emoción a lo que hemos de sumar que el registro de la Arteta apareció mucho más claro y expresivamente abierto. Entre unas cosas y otras encontramos mayor interés en la segunda mitad que se prolongó con un par de bises, entre los que estaba el ‘O mio babbino’ caro de Gianni Schicchi y la “excusatio non petita...” que la soprano pidió por el aplazamiento de este encuentro con el público Santanderino.

La dirección de Patrón de Rueda estuvo muy atenta para acompañar a la solista. Cuando sus músicos eras los protagonistas, -cosa que sucedió en la mitad de las piezas interpretadas a solo por la orquesta-, mantuvo un tempo “demasiado preciso”, buscando la fuerza de transmisión en ciertas dinámicas forzadas hacia el extremo.

Por otro lado, ya lejos de las consideraciones musicales, dos fueron los vestidos lucidos por Ainhoa Arteta en el transcurso de la noche, uno blanco y otro negro más flamenco. En esto sí que hubo equilibrio.

martes, febrero 20, 2007

“Jóvenes y valores”

El ciclo de Jóvenes Intérpretes de la Fundación Marcelino Botín nos ofreció en la noche del lunes un concierto protagonizado por el grupo ‘Fermata de Paradores’, una agrupación joven en edad pero realmente interesante en lo que a resultados musicales se refiere.

El programa que ofertaron no tenía, sin lugar a dudas, demasiado espacio para las concesiones. Dificultad y exigencias en tres obras rotundas pero, y eso demuestra un concepto interesante tanto en la educación como en las expectativas del grupo, escritas por sus respectivos autores al comienzo de su catálogo, cuando también ellos eran jóvenes.

Todos los elementos musicales encontrados en este concierto aparecieron expuestos, uno por uno, con acierto y mucho gusto. Les hablamos de la inmensa preparación técnica de cada uno de los integrantes del trío en su disciplina. Igualmente el sonido conseguido fue tajante, hermoso y con encuentros realmente sublimes. La coordinación, el empaste, la dirección de la música, el dialogo... como quieran ustedes llamar la habilidad para estar en acuerdo a la hora de hacer música, fue la precisa para lograr el éxito, rotundo, conseguido.

El camino emprendido por estos músicos es largo. Afortunadamente sus interpretaciones tuvieron de todo pero pueden llegar a crecer en la profundidad que únicamente la madurez y experiencia les puede dar. Y les digo ‘afortunadamente’ porque al escuchar una interpretación musical, el que les escribe, disfruta también con los matices que el paso del tiempo permiten a los músicos emplear la técnica para comunicar desde su corazón. Estos chicos ya nos han dicho mucho, pero lo interesante será ir viendo qué más nos cuentan a lo largo de su trayectoria.
El público, que a pesar de que siempre aplaude una interpretación cuando se encuentra con algo de esta categoría lo hace con más intensidad, ovacionó a los intérpretes y les hizo salir a escena una y otra vez. No fue un acto de cortesía sino de merecida justicia.