“Cuatro puntos de un cuarteto”
Las ciudades de Praga, Varsovia y Budapest fueron la excusa programática que, la Fundación Marcelino Botín, aprovechó para ofrecernos un muy interesante concierto, encargado al cuarteto Talich, dentro de su actual proyecto de Conciertos Didácticos.
Cuatro son los puntos de los que es imprescindible hablar tras haber asistido a este encuentro. El primero: la enorme categoría musical de cada uno de los miembros de la agrupación, músicos de la cabeza a los piés que se entregan de forma absoluta a una partitura que entienden y traducen con la sencillez que implica toda su sabiduría. En segundo lugar es necesaria una especial mención al sonido de los instrumentos con los que nos visitaron los cuatro músicos. En el programa de mano no figuraba la edad de los músicos sino el año de construcción de cada uno de los instrumentos de cuerda, y no es para menos pues ellos, los dos violines, la viola y el violonchelo, llevan haciendo música desde antes que naciera Mozart. Han sido protagonistas del final del barroco, del clasicismo, del romanticismo, del nacionalismo, de todo el siglo XX... haciendo sonar cada pieza en el tiempo en la que fue compuesta. Ahí es nada.
Un tercer aspecto es, indudablemente, el criterio en la selección del programa propuesto. Tres obra mas una propina. En la primera mitad el aperitivo para limpiar oídos y preparar al público para el resto de la escucha con los ‘Dos Valses’ Op.54 de Dvorák, que fueron seguido por el ‘Cuarteto’ de Lutoslawsky, una pieza interesante por su forma compositiva que articular la creación de texturas en base a unas normas escritas. Una pieza dura y que comprometió al público a las sonoridades experimentales de la segunda mitad del XX. El guante fue recogido del suelo y la audiencia entendió la apuesta atendiéndola con un caluroso aplauso. En la segunda parte, además del ‘bis’ en forma de Tchaikovsky, uno de los cuartetos de Bela Bartók, el Op. 7, nuevamente explicado con magistral conocimiento de la pieza y una factura impecable.
Por último, y en cuarto lugar, el público que acudió a este concierto, llenando hasta la bandera el aforo del escenario de Pedrueca, incluso quedando muchos de ellos en pié durante toda la velada. Cuatro puntos de un cuarteto que mereció, sin dudarlo, un diez.