“Scordatura en el “otro” Festival”
Generalmente, desde estos comentarios veraniegos, quien les escribe olvida atender una dimensión del Festival Internacional de Santander que tiene en su difusión por escenarios diseminados por toda Cantabria en beneficio de los actos que acoge la capital. Éstos, por multitudinarios, tienen una difusión mayor que aquéllos, pero permítanme que les pida disculpas por estas omisiones y un espacio para la enmienda en forma de este escrito al ciclo de ‘Marcos Históricos’.
El pasado martes, fiesta de la Virgen de Agosto, acudimos a Vioño de Piélagos a presenciar el concierto ofrecido por la agrupación Scordatura en el marco de la Iglesia de la Virgen de Valencia. Ella, la Virgen, esperaba engalanada de flores la llegada del público al templo en el que fue el primer recital que el Festival ofrece en este edificio. Y el respetable llegó hasta abarrotar un espacio que cuenta con una acústica magnífica para el sonido y un acogedor espacio para el disfrute. Algunos espectadores se acomodaron en el suelo, otros asomaban su cabeza por la puerta lateral y todos disfrutaron de un concierto que solamente podía apreciarse en un espacio de estas características: cercano e íntimo. La iglesia estaba repleta y pleno también fue el resultado del concierto.
Los músicos integrantes de Scordatura, Ernesto Schmied, Juan Carlos de Mulder y David Mayoral, son una especie de artesanos del sonido que escogen cuidadosamente los materiales para la música y que, ante la audiencia, van creando y recreando episodios musicales desempolvados y rescatados de la época antigua. Así Ernesto Schmied escoge entre sus maderas el tubo más adecuado para cada pieza. Juan Carlos de Mulder hace lo propio con la pluma que le sirve de plectro para el laúd y David Mayoral impresiona en combinaciones percusivas inverosímiles en virtuosismo y entrega. Sobre el papel la búsqueda de entre las tres culturas que convivieron –¡qué envidia!- hace siglos en nuestro territorio, los puntos que tienen en común y los que la diferencian. El resultado un delicioso concierto que mantuvo a la audiencia atenta a los detalles de cada sonido, que fueron muchos.
Como ven los marcos históricos también tienen llenos absolutos y lo que allí se ofrece, en su diversidad y éxito, es comparable con cualquier otro evento “festivalero” de los que usualmente nos ocupa. El “otro” Festival, que es éste mismo.
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