"Andanzas líricas"
Bajo un calor sofocante y aprovechando una visita a la capital, si me permiten contarles estas “andanzas”, tuve la oportunidad de conocer, la semana pasada, el nuevo teatro y el nuevo festival creado en San Lorenzo del Escorial. Desde comienzos de julio y hasta que finalice el mes se han programado una serie de espectáculos que han acudido a la danza, la música clásica, la zarzuela y la ópera para situar al recién nacido encuentro a la altura de otros festivales veraniegos.
Como reclamo la inauguración del nuevo teatro, funcional y moderno en sus posibilidades y con un diseño exterior que aprovecha la situación privilegiada de su entorno, con unas terrazas espectaculares para mirar el paisaje y los atardeceres madrileños.
La Orquesta y el Coro del Maggio Musicale Florentino se encargaron de inaugurar las actividades musicales en El Escorial con fragmentos de óperas de tema español y el Stabat Mater y el Te Deum de las Quattro Pezzi Sacri de Verdi. Luego vinieron los English Baroque Soloists con Eliot Gardiner, la Sinfónica de Galicia o Rinaldo Alessandrini. La ópera se estrenó en el nuevo teatro con el ineludible Mozart en el 250 de su nacimiento. Una ‘Flauta Mágica’ dirigida en lo musical por Collin Davis, en lo escénico por Daniele Abbado y con un reparto de primeras figuras de la lírica internacional. He de confesarles que al acudir a su estreno pensé que la producción iba a ser de esas espectaculares y que marcaría un hito, precisamente al ser la encargada de inaugurar un teatro y un festival en lo que a escena se refiere. Pero la producción de Abbado no abunda en grandilocuencia y sí en el color de cuento y la imaginativa, tal vez ya desfasada, escenografía de Emanuele Luzatti. Nada que objetar la Sinfónica de Londres, ni más ni menos, tal vez que su sonido queda demasiado velado en un foso, también recién estrenado, que oculta el sonido más de lo deseado y recomendable en propuestas líricas. Vocalmente, y sin entrar en pormenores, alabar las voces de Rachel Harnisch y Sylvia Koke, Pamina y la Reina de la Noche respectivamente, que formaron intervenciones magistrales, intensas y emocionantes.
Después, les sigo contando, me colé en la última representación de la Luisa Fernanda del Teatro Real. Y aquí todo lo que les quiero relatar entra en el terreno de lo anecdótico. En tres ocasiones la luz de teatro, y alrededores, dejó de funcionar. Las dos primeras coincidieron con momentos de pausa o primeros compases de la partitura, pero la tercera –y mas prolongada- sucedió justo en el instante en el que Ángel Ódena atacaba el más conocido aria de este título. Tras una docena de funciones y los correspondientes ensayos anteriores, la orquesta dirigida por Jesús López Cobos y el propio barítono conocían de memoria su trabajo por lo que fueron capaces de realizar sin problemas, a oscuras y a tientas, el aria de comienzo a fin. Los bravos y vítores de la concurrencia no se dejaron esperar y hasta el gerente del teatro salió a escena para pedir disculpas y solicitar la autorización del respetable para seguir adelante a pesar de las inconveniencias. Un talante realmente admirable y las ganas de escuchar toda la música se volcaron desde la audiencia que acompañó hasta el final del espectáculo. La luz no se apagó más veces, pero la anécdota durará en el recuerdo, se lo aseguro.
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