“Bello, se mire por donde se mire” (Alerta - 10-IX-05)
La programación cultural que el Ayuntamiento de Arnuero ofrece durante el año está siguiendo un sorprendente camino en el que la calidad y el interés artístico van dados de la mano. Primeras espadas de la creación, las artes plásticas o la música se dan cita, de forma regular, en torno a los centros culturales de este Ayuntamiento para ofrecer exposiciones y conciertos envidiables por cualquier gestor. Y en ocasiones, como el pasado fin de semana, el concierto y la propuesta “de sala de exposiciones” se dan de la mano y vienen, como los donuts, de dos en dos.
Nada más y nada menos que una muestra de Critobal Toral, con coloquio posterior con el artista, y un concierto de Irini Gaitani y Manuel Cid se sucedieron en la tarde del sábado en torno al Observatorio del Arte y la Iglesia de Arnuero. Dos propuestas contundentes y que, por sí solas, ya tenían el gancho suficiente, como para no perdérse ninguna de ellas. Centrándonos en la música, que es de lo que se suele ocupar quien les escribe, hemos de decir lo que les anticipábamos: una magnífica velada con una de las voces más interesantes del panorama español en lo que a lied se refiere.
El concierto empezó más tarde de lo previsto, causa y efecto de la sucesión de exposición y coloquio previas a la música. Una demora que en nada afectó a la voz de Manuel Cid, algo tibia en los primeros temas pero que fue creciendo y creciendo para dar todo y más a lo largo y ancho de un repertorio interesante y muy hermoso. Imaginen una primera parte dedicada a Schumann en el 150 aniversario de su fallecimiento e integrada por el ciclo Dichterliebe op.48. En la segunda mitad un programa compuesto por obras de Toldrá, Guastavino y Joaquín Turina, verdadera metáfora –ambas partes- del oficio desplegado por Cid en sus años de carrera.
La voz de Manuel Cid, a quien tuvimos la oportunidad de escuchar hace unos años dentro del ciclo de Música y Academia, puede ser tachada de muchas cosas y, puestos a ser analíticos, encontrar detalles distintos al ideal muchas veces defendido en lo vocal, pero el resultado de la misma es una personalidad arrolladora en lo que a sonido se refiere y una expresividad que pone los pelos de punta y conmueve a quien tiene la oportunidad de disfrutarla.
Por su parte Irini Gaitani dio nuevas muestras de lo que es: una de las mejores pianistas acompañantes que podamos escuchar, siendo capaz de trasmitir desde el difícil papel del “segundo plano” con eficacia, entrega a la partitura y una tarea de verdadero “acompañamiento”, presente pero no protagonista. En no pocas ocasiones nos hemos quejado desde estas páginas de acompañamientos inseguros, poco estudiados o demasiado potentes, nada de ello se dio en el concierto que nos ocupa, logrando un resultado bello se mire por donde se mire.
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