“Menudo orquestón”
La recta final del Festival Internacional de Santander vuelve a ofrecernos, un verano más, un jugoso programa de grandes orquestas y obras sinfónicas no menos importantes para los últimos días de agosto. Para dar comienzo a estos tres días, el pasado lunes, tuvimos la oportunidad de conocer a la que, tal vez, sea la formación sinfónica juvenil más importante y destacable del momento.
Pero de la Joven Orquesta Gustav Malher poco hay que decir sobre su carácter juvenil, pues su sonido y eficacia es comparable con cualquier gran orquesta del mundo. Tal vez una energía desbordante y la cara de felicidad de alguno de sus integrantes al atacar un ‘tutti’ en las dinámicas más fuertes les distinga de una orquesta “de funcionarios”. El programa que nos ofrecieron en la Sala Argenta fue ejemplo, también, de madurez y capacidad expresiva, tanto en solitario como acompañando al barítono Matthias Goerne.
Goerne interpretó los lieder ‘Aus des Knaben Wunderhorn’ de Mahler, hermosas composiciones que amortizan el magnífico efectivo orquestal situado en escena. El barítono nacido en Weimar definió su estilo personal y carácter explícito con algunos momentos exquisitos en el manejo y trasformación de su timbre. Además la teatralidad de su gesto ayudó a “dejarse seducir” por una voz de las que han logrado colarse en el mercado discográfico y que, en directo, también nos gustó. Tal vez en los graves tuvo más facilidad para ser sepultado por la orquesta o tal vez la pasión de la que les hablábamos de la Gustav Mahler no pudo evitar esos instates. Los primeros compases de Goerne, desafortunadamente, fueron de “divo mediático” haciendo gestos con el dedo para que un cámara de televisión dejara de grabarle. ¡Que mundo Dios mío!
En la segunda parte la Gustav Mahler Jugendorchester nos brindó la Sinfonía número 6 de Bruckner: buen empaste, sonido rotundo, unidad y coherencia en el discurso y mucha pasión para dar sentido a una obra no muy programada de las que integran el repertorio de Bruckner. Ingo Metzmacher firmó una dirección atrevida y brillante, arropando a los jóvenes pero tratándoles con la autoridad y flexibilidad que merecen unos “musicazos de primera” como ellos.
Entre los intérpretes de viola pudimos ver a una estudiante santanderina, afortunada al haber entrado en esta orquesta y lograr así una oportunidad de oro. Más aún si tenemos en cuenta que, de momento, en Cantabria no hay ningún atisbo de que algún día se vaya a crear una orquesta profesional. Imagino la cara de los compañeros de esta joven intérprete cuando les intente explicar esta carencia de su ciudad, en la que han tocado dentro de la gira que también les llevó a Salzburgo, Graz o Edimburgo. Pero ya estoy una vez más cambiando de tema –o con el mismo tema de siempre-, lo dicho: el concierto de la Gustav Mahler Jugendorchester fue fabuloso. Menudo orquestón.
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