“Estrictamente suya”
El monasterio de las Trinitarias de Suesa fue el escenario escogido por el Festival Internacional de Santander para ofrecernos el estreno absoluto de la obra de Eduardo Pérez Maseda ‘Strictly yours’, encargo del F.I.S. puesto en manos del Trío Luwigana. Un concierto contrastante con un programa que alternó la música contemporánea con el repertorio clásico y que tuvo en el buen hacer de sus intérpretes su baza más importante.
Dentro de la creación actual encontramos distintos niveles en las propuestas de los creadores comprometidos con su tiempo. Los hay que sencillamente siguen el camino marcado por sus predecesores y aplican técnicas e ideas sobre el papel para luego entregarlas a los ejecutantes. También los hay que investigan y rebuscan el cimiento de su música en la técnica interpretativa de cada instrumento haciendo música para ser “tocada” y para ser “rebuscada” tímbricamente por los propios músicos. Por último hay autores que, en un aristotélico término medio acuden a un tercer elemento: la idea, el instrumento y finalmente el oyente como receptor del sonido. En este último caso se espera la reacción del “respetable” y se piensa en él como motivo de su música.
Después de estas palabras, que únicamente pretendo utilizar como marco, he de señalar que el estreno de Pérez Maseda se quedó en el primer modelo de los señalados, poniéndoselo difícil a los miembros del trío y mucho más a un público al que no le queda más remedio que distanciarse del contenido musical que reciben –recibimos-. Música formalmente impecable, imaginamos pues para llegar a estas conclusiones es necesario más una análisis que una escucha, pero que no aporta nada nuevo a lo ya dicho por otros muchos y anteriormente. Sonidos que reclaman la atención en forma de grito para luego ser ellas mismas, encerradas en su propia esencia y manteniéndonos a distancia a pesar de los denodados esfuerzos de quien las ejecuta.
El trío de Brahms y el de Beethoven estuvieron más que correctos y gustaron a una audiencia que llenó el Monasterio de la Santísima Trinidad y aplaudió cada uno de los capítulos de la velada. De Ramov sonó ‘Luwigana 1144’ pieza majestuosa en su planteamiento pero que tampoco nos aportó mucho más, o al menos a quien les escribe que a pesar de esforzarse en buscar, entender y defender la creación actual muchas veces cae en la decepción de la evidencia. Y es que nos estamos alejando cada vez más del objetivo.
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