Selección de críticas del musicólogo Gustavo Moral Álvarez

miércoles, junio 15, 2005

“Kennedy prodigioso”

La prodigiosa técnica y el carácter trasgresor, extramusicalmente hablando, del violinista Nigel Kennedy cerró la actividad musical del Palacio de Festivales en este curso 2004/2005. Los comentarios del público, entre pasillos y a la salida del concierto, ya calificaban este recital como “el mejor del año” o “uno de los mejores jamás escuchados en este escenario”, y ciertamente lo que pudimos presenciar fue algo más que un encuentro con la música de Vivaldi, al menos fue muy distinto a lo que, hoy en día, se puede esperar a priori en esta suerte de propuestas.

Es bueno sentir el aire fresco de un musicazo de la categoría de Kennedy. Es bueno al mismo tiempo que necesario, actualizar los modos y las maneras de entender la celebración de la música en directo cuando se trata de clásica. No es exagerado decir que el público de la clásica cada vez es menor, o al menos que se trata de un público con poca gente joven entre sus filas. Tampoco exagero si les escribo que pocos son los alumnos –y aún peor- profesores de los conservatorio y escuelas de música de nuestro entorno que acuden regularmente a conciertos de música clásica. Pero el pasado sábado hubo de todo: profesores, alumnos y muchos jóvenes que, animados por la fama del singular violinista británico, acudieron a la cita de la Sala Argenta.

Y lo que allí obtuvieron fue, ni más ni menos, que un torrente vital de energía y buena música. Virtuosismo, velocidad y buen humor por parte del solista e, indudablemente, el apoyo y la entrega –siempre al borde del abismo- de la Polish Chamber Orchestra, que no sólo mantuvo un nivel instrumental de excepción en todo momento, sino que accedió al jugo transgresor de su director y solista. Un riesgo que pocas formaciones suelen correr y que, en este caso, es imprescindible para dar el marco idóneo a las dotes interpretativas de Kennedy.

El espectáculo fue fabuloso, el sonido impecable casi en todo momento, pero no conviene confundir los fuegos de artificio con la categoría musical. Vimos un gran concierto y lo pasamos realmente bien, una noche inolvidable ciertamente. Pero no “lo mejor jamás escuchado”. Necesitamos este tipo de propuesta para acercarnos –acercar al gran público- a estas y otras muchas que son también fabulosas, como la Pasión que nos visitó hace unos meses, como mucha música de cámara, como el sonido de la orquesta que aún no tenemos...