“Música y alguna desaparición”
El Trío Mozart de Deloitte, integrado por jóvenes músicos procedentes del “vivero” –con perdón- de la música de cámara que es la Escuela Superior de Música Reina Sofía, llenó el aforo de la Fundación Marcelino Botín con un concierto que tuvo como bandera una interpretación enérgica y muy pasional.
Luces y sombras sobrevolaron un concierto configurado sobre un programa de campeonato. Profundidad y mucha música en las obras escogidas y momentos grandilocuentes en las manos y sonidos de estos tres jóvenes talentos. Comenzó la velada con un Mozart exhibido desde la visión más expresiva imaginable y con un indudable toque romántico. Se entregaron de forma completa al trío de Smetana, una de esas piezas que hacen sentirse vivo al que las escucha, del que lograron episodios tan arrebatadores como la propia música. En la segunda mitad el op.100 de Schubert, un largo episodio musical que gustó y permitió, nuevamente, disfrutar con la musicalidad de este trío.
El pianista, Luis del Valle, es un prodigio técnico y expresivo. Heredero de la escuela a la que pertenece es capaz de “darlas todas” y además transmitir energía y música a sus compañeras en el escenario. Pero necesita prestar algo más de oído al fenómeno de conjunto para entender que la potencia de su instrumento en ocasiones tapaba –y tapó- el sonido de violoncello y violín. Tal vez la disposición sobre el escenario de estos dos instrumentos, enfrentados entre sí y arropados por el piano, no contribuyera demasiado a potenciar su registro y sí a esconderlo, sobremanera en el cello, oculto una y otra vez bajo los graves del piano. La violinista Santa Mónica Mihalache descuidó en algún momento la afinación de su instrumento, aunque la carga emocional y, sobre todo, de intención de todo el discurso no se vio afectada por los desatinos.
Un buen concierto en lo que a carga emotiva y musicalidad se refiere pero un aviso para navegantes y una petición en voz alta: es necesario escuchar el sonido del conjunto para equilibrar las descompensaciones y eventuales desapariciones de partes del discurso. De la misma forma que conviene cuidar el equilibrio entre lo estudiado y lo leído a primera –o segunda- vista. Por el bien de la música, de la que estos tres muchachos saben mucho.
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