Selección de críticas del musicólogo Gustavo Moral Álvarez

sábado, febrero 19, 2005

“Danza muy humana”

Hace poco tiempo Rubén, un gran batería cántabro, nos contaba cómo en algunas ocasiones iba marcando mentalmente un ritmo en su cabeza e intentaba subdividir el ritmo de sus piés al caminar. Algo parecido nos propuso Patrick de Bana en la presentación de su compañía en el Palacio de Festivales de Santander. El ritmo irregular de gotas de agua cayendo subdividían un tiempo que iba cargándose del movimiento rotundo de cuatro cuerpos.

‘Nafas Dance Company’ es el vuelo autónomo de Patrick de Bana tras años al servicio de la Compañía Nacional de Danza de Nacho Duato y con toda la experiencia adquirida en la Escuela de Danza de la Ópera de Hamburgo –junto a Neumeier- y al servicio de Maurice Bejart. Una experiencia que ha ido destilando la esencia de una disciplina para lograr el producto que ahora se nos ofrece: la visión personal de Bana con el “poso” adquirido de los más grandes. El lenguaje de sus coreografías se muestra desnudo, incluso violento. Algunas referencias nos dicen de la revolución –silenciosa- de las escuelas del norte de Europa en la danza moderna, pero todo el conjunto es un grito sordo, doliente, reclamando una identidad propia. Sobrecogedor.

Con ‘Nightsongs’ descubrimos la vertiente menos amable de este espectáculo, una propuesta dura y tajante que llega directamente al fondo del corazón del público. Las concesiones son pocas y la presencia física de los bailarines constante y muy rotunda. Cuerpos construidos y otros –fascinante Marta Casabon- ‘deconstruidos’ y reconstruidos en la emoción de la música de Pärt y Alberto Iglesias. Las frases de la coreografía son concisas, con un lenguaje que enlaza motivos despedazando el tiempo y acotándolo en impulsos vitales. De la tensión a la “no-tensión”, del movimiento a la quietud.

‘Caduta Libera’ se manifiesta más “estéticamente correcta” –perdón por la broma- y ahonda en la belleza de las líneas abiertas, menos dolientes que su predecesora. Por último “Tuhmi” parece ser un compendio de ambos mundos, el violento y el placentero. De la estética muy cuidada gracias a la fabulosa iluminación de Nicolás Fischtel y a los decorados minimalistas –casi podríamos calificar de Zen- al impulso vital, humano y arrebatador del instinto.

Una compañía de danza “en pequeño formato” pero con grandes expectativas. Danza muy humana y vital que agradó al público y en la noche del viernes, con la presencia de Aida Badia en el escenario, también arrancó los gritos de los más entregados. Profetizando en su tierra, al menos un poco.