Selección de críticas del musicólogo Gustavo Moral Álvarez

miércoles, enero 19, 2005

“Poética musical, primer capítulo”

La Fundación Marcelino Botín comenzó su nuevo ciclo anual de Conciertos Educativos con un multitudinario encuentro –de esos que dejan la sala llena y con público en pié presenciando las evoluciones de los músicos- el pasado lunes protagonizado por el violinista Rainer Schmidt y el piano de Saiko Sasaki.

El tema que presidirá las citas de este semestre se engloba bajo el lema ‘Música y poesía’, argumento lo suficientemente amplio y lo suficientemente hermoso como para augurar interesantes encuentros con el sonido como el que puso en marcha “esta rueda”; un primera capítulo de la particular Poética Musical de la Fundación Marcelino Botín.

A Riner Schmidt le conoce bien el público de Cantabria por su presencia habitual en los Encuentros de Música y Academia que tienen lugar cada verano en nuestra comunidad. Profesor de música de cámara en estas jornadas y también en la Escuela Superior de Música Reina Sofía es, indudablemente, uno de los “grandes maestros” de su especialidad y así lo demostró en el concierto que nos ocupa. Sasaki, por su parte, dejó clara su presencia rotunda en el piano con un sonido potente y una agilidad cargada de inteligencia gracias a la cual pudo, y supo, dialogar con el instrumento al que acompañaba.
El programa nos acompañó a lo largo de distintos momentos de la historia de la música y por diversos planteamientos estéticos, una suerte de viaje iniciático que tenía como meta la compleja sonata de Bartók. Pero precisamente gracias a este recorrido, que comenzó en Schuman y pasó por Brahms y Debussy el objetivo “poético” del concierto se cumplió con creces y la complejidad, tanto para intérprete como para el público, de la obra final resultó más asequible e interesante. La musicalizad de Schmidt y el extraordinario timbre que arranca a su instrumento permitieron que el tránsito fuera plácido y el disfrute máximo. Estamos hablando de un intérprete sobrio y mecánico en un primer acercamiento pero que gusta de desarrollar leves matices que hacen de sus interpretaciones verdaderos discursos con giros casi verbales. Nos habla desde su violín y, en ocasiones, también no susurra como confiándonos algún secreto. Tal vez los finales, excesivamente rotundos y tajantes, como el despertar de un sueño plácido, desmerecieran una milésima el sentido del conjunto.