“Efemérides en la Fundación Marcelino Botín”
La Fundación Marcelino Botín ofreció, el pasado miércoles, un concierto que empieza a ser habitual y necesario como elemento de justicia para muchos compositores y pedagógico para el público. Se trata del que conmemora algunos de los centenarios y onomásticas, en guarismos redondos, de autores españoles y que esta institución cultural nos ofrece en las últimas semanas del año. Muchos de estos autores, como sucede en general con nuestra música, aún poco conocidos por la audiencia y, lógicamente, menos oídos en directo.
Para esta ocasión se contó con participación de la mezzosoprano Elena Gragera, del pianista Antón Cardó y, desde el recuerdo, de las voces musicales de Jesús García Leoz, Xavier Montsalvatge, Javier Alfonso y, de forma especial, Joaquín Nin-Culmell. Un programa realmente interesante con el que, poco a poco, un público frío y distanciado al comienzo de la velada fue “entrando en calor” para sumergirse en la dimensión expresiva de todas las obras que sonaron.
Como es de lógica suponer, en la comparación se descubren cuáles son las obras más interesantes y cuáles las que no tanto. Un asunto en el que las piezas de Montsalvatge y Nin-Culmell destacaron de forma absoluta y con las disfrutamos doblemente. Por un lado gracias a los autores homenajeados, por otro a causa de la interpretación entregada y emocional de la pareja sobre el escenario. Él con la fiabilidad del pianista acostumbrado a hacer bien su trabajo y, especialmente, a saber escuchar a quien acompaña para dialogar o, sencillamente, sostener su canto. Ella con esa voz profunda pero clara a la que nos tiene acostumbrados. Un registro versátil e intenso, con una vocalización exquisita y que desgrana el repertorio con elegancia y falta de ínfulas; con nobleza.
Descubrimos, a modo de primicia y estreno en nuestro país, las ‘Cinco canciones de La Barraca’ de Nin-Culmell, esbozos melódicos dedicados a los intérpretes por el autor recientemente fallecido y en el que trascribe, con una claridad musical casi neoclásica, algunas melodías populares.
Como pueden comprobar, les hablo de un concierto interesante, que funcionó muy bien, con un nivel artístico muy alto e integrado por piezas “más que bonitas”. ¿Qué más podemos pedir?
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