Selección de críticas del musicólogo Gustavo Moral Álvarez

miércoles, agosto 25, 2004

“Más aplausos y más bravos”

El tenor peruano Juan Diego Flórez visitó el Festival Internacional de Santander para ofrecer un concierto muy esperado por la audiencia y con el que cosechó un importante triunfo. La ocasión no era para menos y el repertorio propuesto le permitió lucir se espléndida voz e ir, poco a poco, creciendo hasta llegar al ‘A mes amis’ de ‘La fille du Regiment’ final como verdadera apoteosis de su canto.

El recital comenzó con lieder de Beethoven y Schubert con los que el tenor fue desempaquetando su registro en un primer encuentro frío con el público y con la música. Una simple apariencia pues con la llegada de las arias belcantísticas de Bellini y Rossini, el que ha sido llamado como “sucesor de Pavarotti”, despegó del suelo de la Argenta para no aterrizar ya más en el terreno de lo anodino. Su voz es potente y, sobre manera, ágil en los registros agudos. Un timbre agradable y muy personal completa las cualidades técnicas del tenor nacido en Lima y que, además, se embolsó a su público con una cercanía expresiva que quedó completada en la segunda mitad del concierto. De hecho, para terminar esta primera parte decidió “sobre la marcha” –al menos eso pareció sugerirnos- un cambio del programa para trasformar un Rossini en otro, de ‘Semiramide’ a “El barbero de Sevilla’. Muy de agradecer.

Tras el descanso una sección del repertorio dedicado a dos compositoras peruanas: Rosa Mercedes Ayarza y Chabuca Granda, hermosas canciones con sabor a pueblo y la posibilidad del tenor de trasmitir más allá de lo que se pueda lograr jamás con melodías prestadas. Tras el embeleso un puñado de piezas de Gluck con las que regresar de nuevo a la agilidad ya manifestada y pasar, minutos después, al apoteósico final mencionado con la pieza de Donizetti.

En los bises, de los más solicitados por el respetable en la presente edición del F.I.S. y que terminó sus prolongadas ovaciones con un saludo al artista en el que no quedó nadie sentado en su butaca, un guiño a su mentor con ‘La Donna é mobile’ verdiana, una canción napolitana de Tosti y el regreso a su bandera, ‘A mes amis’. Más aplausos y más bravos. Los merecidos.

Por su parte el piano de Vicenzo Scalera acompañó al ritmo solicitado por Flórez, él no era el protagonista y así supo estar sin “ser visto”.