“Al mismo nivel que Dalí o Lorca”
Espectacular recuerdo a Dalí, en el centenario de su nacimiento, el tributado por los Festivales Internacionales de Granada, Perelada, Santander y San Sebastián en una coproducción afortunada y que trasciende más allá de lo esperable para situarse en el nivel de, permítanme el ripio, lo inolvidable.
Empleando como excusa los telones pintados por el genio ampurdanés a mediados del siglo XX, se ofrecieron dos propuestas escénicas de corte bien distinto pero igualmente afortunadas. Primero la coreografía de José Antonio sobre ‘El sombrero de tres picos’ de Falla, una recreación escénica del clásico de Pedro Antonio de Alarcón en el que disfrutamos a manos llenas tanto con el colorido escénico como con la jugosa coreografía. De lo primero se encargó el telón de fondo daliniano empleado como trampantojo y animado por bailarines y actores, en ocasiones dentro de él. También con la recreación del vestuario propuesto por Dalí y realizado por Ivonne Blake y la excepcional iluminación lograron el milagro del color. La coreografía de José Antonio es pantomima y es cuento. Se empapa del universo daliniano y, de rebote, del sarcasmo y los personajes de los títeres de cachiporra lorquianos. A todo esto hemos de añadirle la fuerza y el torrente vital al que nos tiene acostumbrados este coreógrafo. Dramatismo a golpe de tacón y de conjunto.
Tras el descanso otro tono para el baile. En esta ocasión en un lenguaje escénico más moderno, pero con mucho sentido. La tecnología y la videoproyección es empleada en ‘El Café de Chinitas’ para ser surrealista y sumergirse en el complejo universo de Dalí; y en el de Lorca. La música acude a las fuentes más modernas de la fusión entre flamenco, jazz y melodías populares. Todos recordamos la voz chillona de la Argentinita cantando las Melodías Populares recopiladas por Federico García y acompañadas por el propio poeta al piano. Ahora también las recordaremos en la vibrante y profunda voz de Esperanza Fernández de la mano de los arreglos realizados por Chano Domínguez.
La perspectiva desde la que se realiza todo lo que acontece es de profunda admiración y conocimiento de los mundos de Dalí y Lorca enfrentados y aunados desde su encuentro en la residencia de estudiantes. De la misma manera en que Falla se permite citar a Beethoven en su ‘Sombrero de tres...’, todos los artífices de esta producción son capaces de tributar un recuerdo a Dalí y/o a Lorca poniéndose al mismo nivel artístico que los personajes a los que recuerdan. Y no es fácil si tenemos en cuenta la trascendencia tanto de unos como de otros.
El cuerpo de baile y los solistas fueron grandes como el espectáculo en el que se integraban. Pero en esta ocasión no quisiera emplear nombre para alabar las virtudes de unos frente a otros, sino quedarme con el sabor de todo un conjunto que nos hizo vibrar de emoción en muchas ocasiones. ¡Qué grande es el arte cuando es tan grande!
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home