Selección de críticas del musicólogo Gustavo Moral Álvarez

domingo, noviembre 09, 2003

“Ni el pan ni la sal”

El Centro Andaluz del Teatro presentó en Santander, el pasado fin de semana, su particular versión del clásico shakesperiano ‘Romeo y Julieta’ en una nueva reformulación estética que acercaba el inmortal asunto amoroso, una vez más, a nuestro tiempos.

Y fue la música, como sucediera en el ‘West Side Story’ de Bernstein, el elemento empleado para este viaje en el tiempo, amalgamando flamenco con rap en una adaptación libre –pero reglada- realizada por Tomatito en lo musical y Antonio Onetti en lo textual. Tenemos referentes en la reinterpretación escénica de la obra escrita por Shakespeare sobre el amor dramático de dos jóvenes enfrentados por sus familias. Visiones desde el cine como la mencionada cinta de Robert Wise y Jerome Robbins, o la polémica película guineana ‘Dakan’, la más reciente ‘Romeo + Julieta’ de Bazz Luhrman o la dirigida por Franco Zefirelli.

La propuesta de Emilio Hernández, la vista en el Palacio de Festivales, tiene un comienzo un tanto difícil para el espectador. Los primeros minutos del montaje confunden un tanto hasta que encontramos el tono empleado para el discurso escénico. El problema no es, por tanto, de la propuesta sino del propio espectador que no sabe muy bien como tomarse lo que se ofrece. ¿Es serio? ¿Es cómico? ¿Es pretencioso? ¿Es absurdo?....

Pero a medida que nos acostumbramos a su lenguaje, que conocemos sus personajes y que nos implicamos, una vez más, con esta historia, todo transcurre en un plácido viaje en el que el buen gusto escénico y la sorpresa repleta de recursos netamente dramáticos son los ideales compañeros de viaje. La adaptación respeta gran parte del texto original pero adecuándolo en modo y maneras a nuestros días. También hay alguna aportación extra al contenido dramático, pero que también puede aparecer sugerida en el propio texto.

Sobre el escenario un grupo del público acompaña a los actores en este recorrido teatral, convirtiéndose en un elemento más de la escena y en un omnipresente testigo del drama que se nos narra. Además, esto en un aparte, nos sirvió para ver la reacción de los mismos a lo que sucedía de manos de actores y bailarines.

Aunque del público quiero hablar un poco más. No entiendo la reacción de gran parte del mismo abandonado la sala apenas terminó el espectáculo, confundiéndose con los propios actores en su salida a recibir los aplausos que, honestamente, creo se ganaron a pulso. No fue de justicia negar el pan y la sal a un grupo de profesionales que entregaron todo para hacernos pasar un buen rato. No comprendo si el motivo es que “no se puede tocar a los clásicos” o que hubo “demasiados desnudos” para ellos. Tal vez, y estoy haciendo cábalas, no aplaudan esta propuesta para sí hacerlo a esos programas en los que se habla de la vida sexual de un puñado de famosos, es más, creo que muchos salieron con tanta prisa para ver en televisión uno que empezaba a esas horas. ¿me equivoco? Seguro que no tanto.