“La Zaruela siempre llena”
Es un hecho que la afición que siente el Gran público –con la G mayúscula- por la Zarzuela es un intenso arrebato emocional al reencontrarse con canciones “de las de toda la vida” e historias amables y, generalmente, divertidas. Caso, por ejemplo, de la Katiuska que se pudo ver en el Palacio de Festivales el pasado viernes y que, una vez más, logró el beneplácito y la carcajada del respetable a pesar de mucho pesares.
Pesares, he de referirme, de seguir entendiendo las producciones de este género con un complejo de inferioridad adquirido frente a la ópera de grandes fastos. Únicamente de esta forma podemos entender la escasa atención a lo musical en una propuesta escénica con tufo a pasado rancio y, ya creíamos, olvidado.
El escenario era de esos útiles y poco más. Espacio para la acción pero escaso de imaginación con la que trascender a otro nivel. Musicalmente, a pesar de los esfuerzos de Luis Remartínez, tuvo en el foso una agrupación ‘de bolo’ que cometió más de un pecado con la partitura. Y sobre el escenario dos voces muy interesantes, Beatriz Lanza en su reencuentro con el escenario de su tierra y Feredico Gallar, entre un reparto que, por norma, se quedaba siempre sepultado por la orquesta. También hay que destacar positivamente al Coro Lírico de Cantabria que, en su trayectoria siempre creciente, afrontó con profesionalizad su papel sobre las tablas dejando momentos intensos, presentes y, sobre todo, muy asentados.
No es de justicia –para el público ni para la propia Zarzuela- considerar menor su esencia ni, mucho menos, el escenario en el que se está produciendo. Por mucho que se intente, dos voces y un coro no pueden salvar una propuesta de la envergadura que esta alcanza. ¿Auque sea de Zarzuela?... Precisamente por que se trata de Zarzuela tendríamos que ser más cuidadosos. Parafraseo al violinista Manuel Guillén cuando hace unos días confesaba su temor al “día en el que alguien desde fuera empieza a llevarse las partituras de cientos de Zarzuelas que duermen en el olvido para ponerlas en escena, será entonces cuando aprenderemos a valorarlas”.
Además, seguramente el aforo de la Argenta podría terminar llenándose no solo en un jornada, sino en más, tratándose de este género (¿la zarzuela siempre llena?). Pero hay misterios difíciles de entender y creo que, este, es uno de ellos.
Pero quedándonos con lo mejor, que es lo que siempre hay que hacer, fue un placer escuchar nuevamente a Beatriz Lanza –si no me falla la memoria ausente de nuestros escenario desde el estreno de ‘Los Amantes de Teruel’ hace más de cinco años- y la rotundidad vocal de Federico Gallar. También es reseñable, como no, la bis cómica de muchos de los actores como Enrique del Portal, todo un veterano de la Zarzuela, o Juanma Cifuentes que se metió al bolsillo a todo el patio de butacas.
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