“Con nombre propio”
La pianista portuguesa María João Pires ofreció el pasado miércoles un concierto con indudable sabor romántico dentro del ciclo de recitales del Festival Internacional de Santander. La afamada, y bien conocida por el público, intérprete incluyó en su propuesta obras de Chopin y una sonata de Mozart para una velada secundada rotundamente por una Sala Argenta sella hasta la bandera.
En la primera parte pudimos escuchar la ‘Fantasía en Fa Mayor Op.49’ del autor polaco en una visión muy intensa y repleta de matices dinámicos que hicieron de la misma un torrente de emoción y buen gusto musical. Tras este insuperable comienzo conocimos las intenciones expresivas de Maria João Pires para con la segunda obra de Chopin en el programa: la ‘Fantasia impromptu en Do sostenido menor Op. 66’ que se nos presentó dentro de una óptica más pausada y contenida frente a las interpretaciones habituales. Un sello personal muy característico de esta pianista que ha logrado, gracias a su forma de hablar el lenguaje de Chopin y al apoyo del mercado discográfico, situarse en el ‘olimpo’ de los músicos clásicos reconocidos por el gran público. Cerró esta primera sección la ‘Sonata en Si bemol mayor, KV 333’ de Mozart, realizada con mucho gusto, también dentro de las coordenadas interpretativas apuntadas para la obra anterior.
La segunda parte estuvo dedicada a la tercera sonata de Chopin, y fue aquí donde hayamos lo más grande de la noche –si es que se puede aplicar este calificativo tras una excelente primera parte-. Pires desglosó la partitura en un intenso diálogo emocional con la obra, interpelando con su música al oyente que no tuvo más remedio que rendir sus propios sentimientos ante el discurso que surgía del piano. Por cierto que para este concierto el instrumento empleado no fue el habitual Steinway del Palacio de Festivales sino un Yamaha traído especialmente para esta ocasión. Sobre gustos no hay nada escrito, y tal vez las características tímbricas de esta marca de pianos se adapten más a las intenciones musicales de Maria João Pires, pero en el cambio ganamos cierto punto de brillantez en el sonido emitido a costa de la personalidad y potencia del otro.
Las propinas, dos preludios chopinianos encadenados, fueron el exquisito colofón para un concierto con un nombre propio, el de su intérprete.
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