Selección de críticas del musicólogo Gustavo Moral Álvarez

miércoles, agosto 13, 2003

“Intrascendente Coppelia”

El Ballet de Shanghai trajo al Festival Internacional de Santander una ‘Coppelia’ muy clásica pero que poco nos dijo de una compañía que, a tenor de lo anunciado y de la opinión de la crítica especializada, prometía muchísimo más.

Los presupuestos artísticos de la compañía sentaron sobre las tablas de la Sala Argenta una concepción del ballet dotada de un estilizado sentido de las formas no exento de cierta elegancia. Tanto los solistas como el cuerpo de baile gozaban de una excelente salud técnica, pero en el contexto del argumento del ballet romántico ofrecido faltaban muchos puñados de emoción y coherencia en una narración que, sobre el papel, exige a los bailarines una entrega dramática más eficaz y coherente. Excesiva seccionalidad en los enlaces entre movimiento y pantomima hicieron distanciarnos de la propuestas para, lamentablemente, quedarnos exclusivamente con las carencias de la compañía.

Tal vez sea poco elegante recordar el traspiés de la solista Fan Xiaofeng al final del último acto, pero lo que sí merece comentario aparte es el carácter de Su Shenyi en un ‘Franz’ que era incapaz de terminar sus piruetas clavado en el suelo; un protagonista que se diluyó en sus propia falta de emoción y entrega. Si tenemos que buscar los mejores momentos de esta propuesta hemos de hacerlo en algunos párrafos del segundo acto, considerando el tercero de ellos como prescindible por la falta de interés en lo artístico que recibimos en él.

Para los números corales el escenario de la Argenta se quedó pequeño, agobiando el espacio necesario para apreciar el lucimiento de un cuerpo de baile grande y que necesitaba respirar en muchos de los número en los que participaba al completo. Por su parte la orquesta –¡cielo santo!- no ayudó en los más mínimo con una interpretación de la partitura de Leo Delibes a la que la faltó empaste, afinación y tino.

Los decorados, recuperados del original de Daran, y el vestuario de esta ‘Coppelia’ correspondían con lo anunciado en el regreso a la escena del último de los grandes ballets románticos. Tal vez hubiera sido mucho más interesante conocer las propuestas de ballet asiático que tiene esta compañía –títulos como ‘Amantes mariposa’ o ‘La mujer de los cabellos blancos’-, en lugar de tener que conformarnos con una obra con poca sustancia que, siendo sinceros, nos dejó del mismo modo que entramos a la sala: sin aportación alguna.

Evidencia de esta situación la encontramos en un público habitualmente entregado en cuerpo, alma y aplausos al ballet clásico y que en la noche del martes dejó más de un saludo de los bailarines sin la recompensa en forma de palmas –en la danza de Coppelia/Swanilda muñeca, por ejemplo- y que tampoco ovacionó como suele hacer en otras ocasiones después del último telón. Qué lástima.