Selección de críticas del musicólogo Gustavo Moral Álvarez

sábado, octubre 25, 2003

“Decididamente romántico, aún con el barroco”

Concierto de la European Symphony Orchestra en el Palacio de Festivales el pasado viernes. Una propuesta dirigida por el titular y fundador de esta agrupación, Cristian Florea, que también hizo las veces de solista de violoncello en dos de las obras ofrecidas.

Pudimos apreciar sensibles diferencias entre las dos partes que integraron el programa. En la primera con un carácter más pastoso y, en momentos confuso, presentándonos un Corelli decididamente romántico más emparentado con el Bruch que sonó después que con el carácter propio de la época a la que pertenece. Por su parte el ‘Concierto para violoncello y orquesta nº9 en Si bemol Mayor’ firmado por Bocherini pecó –a mi entender- de este exceso de artificios románticos ya señalados por parte de la orquesta y el solista alejándonos especialmente del estilo más galante habitual en otras interpretaciones. Aún así, evidentemente admitiendo que cualquier lectura personal es lícita y buscando en la diferencia el gusto de las cosas y recordando que la recuperación de la música barroca se emprendió precisamente por formaciones sinfónicas románticas, la orquesta perdió la perspectiva de las dinámicas en su tarea acompañante con pasajes muy engorrosos para el oído. Frente a esto el sonido del violoncello de Florea fue una grata sorpresa para todos. Nos reveló un magnífico registro lleno de profundidad y matices, potente sobre el escenario y lleno de expresividad y dramatismo. Aparte lo espectacular y osado de ver a un director que también es solista, de espaldas a la orquesta e intentando controlar todo los elementos del sonido.

El segundo plato de la noche fue una Sinfonía de Schubert, la que hace la número cinco de su catálogo. Esta vez con un resultado mucho más compacto, desentrañando la partitura con un sentido rítmico ligero y agradable. Los pequeños traspiés en el empaste de la sección de cuerda quedaron salvados gracias a una ejecución muy coherente y, por qué no, divertida para el oyente.

El público agradeció esta segunda mitad con aplausos que, como es norma de la casa, solicitaban un bis por parte de los músicos materializado con la repetición de parte del ‘Allegro’ que cierra la sinfonía de Schubert. Ahora cabe preguntarnos cuándo será la próxima vez en la que podamos escuchar una orquesta –aunque sea pequeña, como esta- en directo sobre nuestros escenarios.