“Verdades puras y verdades a medias”
Acercándonos al final de la 55 edición del Festival Internacional de Santander, la presencia de Cruceta Ballet Flamenco ha venido a trufar la habitual secuencia de grandes orquestas que, en otras ocasiones, ocupan habitualmente estas fechas. Desafortunadamente el estreno de “En Rojo” no ha supuesto ningún hito interesante para la historia del Festival ni mucho menos un refresco visual a las grandes citas sinfónicas que se sucedieron antes y después de su estreno.
Desconozco si el precedente de esta coreografía, la estrenada en 2003 bajo el lema ‘En Rojo Vivo’, tenía mucho en común con la que ahora nos ocupa. Lo que es cierto es que la nueva oferta no logra conciliar, en la forma deseada, los elementos de danza flamenca y de ritmos populares urbanos que sobre el papel parecían tan apetecibles. La incómoda sensación de estar presenciando un “quiero y no puedo” sobre las tablas, en lo que a discurso dramático se refiere, hizo que quien les escribe únicamente hallara el disfrute en los episodios más naturales de la coreografía de Cruceta: aquellos de corte más tradicional y clásico del arte flamenco.
La primera parte del espectáculo nos sitúa ante una escena “industrial”, embebida en sonidos graves y profundos y ritmos intensos procedentes del hip-hop y de la música electrónica. Una situación que anunciaba que íbamos a ver algo nuevo pero realmente ya visto en otras ocasiones: La Fura dels Baus, Rafael Amargo, Aida Gómez… ya nos contaron, en este mismo escenario, cómo cruzar estilos pero sobre todo la forma adecuada de narrar algo interesante. Aquí lo estilos sí se cruzaron pero el espectáculo, como organismo unitario, se desmembró en retazos difícilmente articulados: vídeo proyecciones, sombras, elementos escénicos con los que trabajar, músicos dentro y fuera del escenario se sucedían sin una lógica de conjunto. Se respiraba un cierto aroma de querer situar el contenido de la escena en una coordenadas modernas, pero faltaban alguna de las abcisas. El final, con el cuerpo desnudo del bailaor, se nos antojó un giro más, inesperado, de vestir –desnudando en este caso- la propuesta de elementos simbólicos que cayeron por falte de base, de fondo.
Lo mejor, y fue muy bueno, lo encontramos en el baile de Mariano Cruceta, cuando lo hizo solo y derrochando la fuerza y garra de sus tacones, también en sus encuentros con Loa Greco. De entre los bailarines de ‘hip-hop’ Mariví Civera desarrollo sus habilidades con un estilo muy plástico destacando de entre sus compañeros. La banda de directo, curiosa en su disposición pero muy efectiva con el profundo sonido del bajo y la deliciosa guitarra de Carolina Planté acompañó el cante de ‘El Bocadillo’. Los tres hicieron mucha música y muy buena. Algunas imágenes visuales fueron impactantes, como las sombras ocultas bajo la sábana de raso o la sombra proyectada de Cruceta sobre la dicha tela.
Hay mentiras que esconden mucha verdad y verdades que guardan dentro una mentira. Este ‘En Rojo’ que fue estrenado en el Palacio de Festivales el pasado lunes guarda verdades muy puras junto a otros elementos que tienen más de apariencia que de contenido, verdades a medias. Del mismo modo les digo que hubo muchos que se le posaran muy bien y que vitorearon a la compañía. Tal vez sea yo el confundido o sencillamente el defraudado ante las expectativas
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home