“Que van a dar a la mar... que es el morir” (Alerta 4-XII-05)
Uno de los éxitos teatrales del momento, Wit, protagonizado de modo absoluto por la irónica y siempre genial Rosa María Sardà, fue el asunto teatral de la Sala Pereda del Palacio de Festivales este fin de semana.
Calificar a esta obra como comedia es ser optimistas con la inevitable tragedia que lleva prendida la vida al ser inevitablemente seguida por la muerte. Los ojos de una persona enferma de cáncer repasan un pasado enfermo de soledad en un ambiente aséptico en el que, finalmente, encontrará su destino y la emoción de la ternura. Para los que alguna vez hemos sentido cerca el peso de una enfermedad de este tipo, tal vez para casi todos, el sentir trágico de este drama –de esta comedia- nos invade para recrear un espacio de dolor y añoranza tal vez único en cada espectador. Sin buscar la catarsis del llanto, Wit nos hace reír y también estar al borde de la emoción, incluso dentro de ella. Como su propio nombre indica, Wit es un texto inteligente y Rosa María Sardà lo es también con él.
La producción no es compleja, pero acertada en las intenciones de la luz y de las cortinas verdes y blancas que nos sitúan en hospitales fríos y homologados en todas las partes del mundo igualando, como los versos de Jorge Manrique, la muerte fría. El poeta la comparaba con un río que llega al mar (que es el morir) y nuestra sociedad la limpia y simplifica con cuidados médicos blancos y fríos... tal vez plácidos.
La iluminación de Lluis Pascual era también fría, adecuada al entorno que les comento. Su dirección un punto más pasional e inteligente en movimientos de actores sorprendentes que crean dos planos para el espectador: el de la doctora Vivian Bearing y el del resto de los personajes, de bata blanca. Algún desmán con la luz y alguno con el público enturbió ligeramente una escena que, también se vio constantemente matizada por toses y más toses de parte del respetable, tal vez siendo coherente con el ambiente hospitalario de este título.
Rosa María Sardà firma una interpretación de esas de “muchos premios”, para que me entienda. Un papel que marca, según parece, el final de su relación profesional con el teatro. Si así fuera realmente –no quisiéramos eso- este sería uno de los papeles por el que ser recordada siempre, indudablemente.
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