Selección de críticas del musicólogo Gustavo Moral Álvarez

martes, febrero 17, 2004

“Otra vez Jazz en Santander”

Un nuevo capítulo del Festival de Jazz de Santander se abrió la noche del lunes en la tercera entrega de este encuentro que está acercando a nuestra ciudad a los nombres más importantes del panorama internacional del género. Una apuesta audaz que, a pesar de muchos inconvenientes, está logrando asentarse y que en este primer concierto llenó el Auditorio del Conservatorio de Música Ataulfo Argenta nada más y nada menos que un lunes por la noche. Pero la afición reclamaba conciertos como este y así se recibió la presencia de la Frank Gambale Band, con aplausos y casi dos horas de mucha música. El nuevo escenario para este Festival, ya empleado en la anterior edición para uno de sus conciertos –Vital Information-, nos permite comodidad y una calidad sonora mayor que en el Instituto Pereda o en la Sala Chiqui, pero en el cambio perdemos cierto “ambiente” de cerveza, humo y pepitos de ternera que, si bien es completamente prescindible, no dejaba de ser entrañable.

La asociación cultural Circulo de Jazz, responsable de la organización de estos conciertos y que en este año tienen su programación confeccionada con una propuesta al mes, apuestan por la fusión como modelo musical más relacionad con el jazz en nuestros tiempo. Frank Gambale nació a la música con el propio estilo que interpreta y en su currículo destaca ser uno de los integrantes de la Electric Band Orchesta que acompañó durante años a Chick Corea, algo que ya nos dice mucho del talento interpretativo de un guitarrista verdaderamente antológico.

El concierto comenzó con mucha fuerza y así se mantuvo el listó durante toda la velada. Energía desde cada uno de los instrumentos del trío sobre el escenario y virtuosismo a raudales en todos ellos. Una mezcla de técnica y entrega que cuajó con un público nada distante y completamente entregado a Gambale, Rick Fierabracci y Joel Taylor. El discurso del guitarrista australiano, cercano en sus locuciones al público entre las piezas, tampoco estuvo exento de mensaje y reivindicación: “no somos Eminem, ni Cristina Aguilera, ni Janeck Jackson. La música que hacemos en más profunda y difícil, y cada vez cuesta más encontrar un público que valore lo que hacemos”. ¿Y quienes sois?, interpeló un espontáneo. “Somos nosotros”, sentenció Gambale.

Y ese nosotros es mucho más que un grupo de músicos. Tal y como comprobamos en este encuentro, la creatividad sigue viva en un género muchas veces descuidado por programaciones y medios de comunicaciones. Alguien alguna vez me dijo que el rock era bueno para los jóvenes porque gracias a él “se podía llegar al jazz, que es mucho mejor”. La enérgica pieza con la que terminó el concierto es tal vez un corolario para esta frase, desde los rifts guitarrísticos más “cañeros” –si me permiten el adjetivo- surgió la profunda reflexión de la improvisación, la técnica y la otra: la emocional.