Selección de críticas del musicólogo Gustavo Moral Álvarez

martes, febrero 17, 2004

“Coherente estilo interpretativo”

Mucho más que un lleno absoluto de público acogió el pasado lunes el concierto celebrado en la Fundación Marcelino Botín a cargo de la soprano Montserrat Obeso y de la pianista Rosa Goitia. Un apoyo incondicional, ya presenciado en anteriores convocatorias de esta institucional, el que se brinda a los músicos de aquí y que no nos habla sino de compromiso e interés en lo que sucede desde la música en Cantabria.

El concierto estuvo englobado dentro del ciclo de Educativos que habitualmente programa la Marcelino Botín y que, a tenor de las palabras previas al concierto con la enésima reiteración de las normas de comportamiento en un evento como éste, han de ser y son realmente educativos para un público maduro. Pero a pesar de los pesares seguirá siendo necesarias las advertencias sobre el uso del móvil en la sala de conciertos –que ha de ser ninguno-, el uso de caramelos ruidosos o las conversaciones durante la música.

Pero centrándonos en el tema que nos ocupa, que no es otro que la propia música, Montserrat Obeso y Rosa Goitia ofrecieron un concierto coherente en estilo sobre piezas de corte clásico y dos obras más de Monteverdi. Esta coherencia se vio reflejada en una forma de abordar este repertorio de una forma homogénea, algo que tal vez debiera haberse reformulado precisamente en las obras barrocas escuchadas desde una perspectiva demasiado romántica –el pedal del piano no dejó de ser sostenido en momento alguno- perdiendo la ligereza y gracia de las melodías de Monteverdi.

Obeso es poseedora de un chorro de voz bien colocada, afinada y especialmente potente. Una potencia que la lleva a conducir su tesitura siempre desde unas dinámicas elevadas y que nos priva de momentos más delicados en lo que a volumen se refiere. Como paroxismo y prueba de estos modos nos basta con recordar la última obra sobre el programa, ‘Ah, lo previdi...’ impulsada desde su comienzo a un nivel extremo y que se mantuvo ahí durante todo su desarrollo. Pero lejos de considerar tal forma de entender el repertorio como algo negativo, he de señalar que el todo resultó conexo y gustó al respetable.

Rosa Gotia, desde el teclado, supo acompañar y ofrecer el apoyo necesario a la voz solista con eficacia y oficio. Algo a resaltar cuando, en no pocas ocasiones, el papel del piano gusta de rebasar sus fronteras para convertirse en un protagonista que no ha de serlo tanto.