“Antológico recital de Pogorelich”
El Palacio de Festivales ofreció, el pasado viernes, un concierto de los que pasarán a la historia de la vida musical santanderina de todos los tiempos. Hablamos del recital de piano de uno de los más grandes talentos de este instrumento: Ivo Pogrorelich.
Como era de esperar en un genio, todo lo que escuchamos en esta velada estuvo cargado de autenticidad en visiones muy personales de cada una de las obras. Empezando por las dos sonatas de Beethoven, la Op. 24 en una espectacular lectura que reconstruyó los temas en dinámicas y fraseo ofreciendo una inaudita versión de la pieza. Con la Op. 111 más de lo mismo, esta vez en hipnótico recorrido y prolongando los tiempos lento de forma más que evidente; el tiempo pareció detenerse unos instantes en el trino del último movimiento. Un rotundo silencio, de esos casi místicos, rodeaba el momento.
La segunda parte sufrió un cambio de programa, tal vez motivado por un leve inconveniente en uno de los pedales del piano, tal vez premeditado con antelación. Fuera como fuese, Liszt fue sustituido por Rachmaninov y Balakirev y la cosa no importó demasiado. No importó porque tuvimos más de lo mismo: genialidad y perfección. Quedaron patentes las dosis de virtuosismo con ‘Islamey’ de Balakirev, plena de potencia y rebosante de furia dramática. Con las piezas de Rachmaninov y Scriabin delicadeza y sentido en versiones nuevamente irrepetibles y contundentes. A pesar de todo ello el público pareció confuso con el programa confundiendo los aplausos y, a tenor de la salida de muchos de ellos antes de la última obra, también con las obras escuchadas.
Lo que es una pena –van a empezar a llamarme pesado y no sin razón- fue la escasa asistencia de interesados por la música en la sala que no pudo superar algo más de la media entrada. Leía en el currículum de Pogorelich que es uno de los pocos pianistas que logra llenos absolutos en todos los escenarios del mundo. Ahora tendrá que colocar una excepción con el caso santanderino. ¡Menudo caso! Tener lo mejor de lo mejor y dejarlo pasar, por que no me digan que no hay público suficiente en una ciudad con dos conservatorios y la asignatura de música en todos los centros de E.S.O. como para llenar el aforo con una propuesta tan especial como ésta. Y no había fútbol, ni eurovisión ni nada por el estilo. ¡Ah si...! Que era el fin de la campaña electoral.
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