Selección de críticas del musicólogo Gustavo Moral Álvarez

martes, febrero 14, 2006

“Respeto y admiración”

Hay músicos hacia los que uno siente un especial respeto y admiración. En algunos casos, como el que ahora nos ocupa, a todo esto se suma una ilusión por sentir la cercanía de su persona y el interés que despierta ser testigo de una evolución que les va llevando por el tortuoso camino de la profesión que han elegido: ser músicos de la mañana a la noche y, claro, de la cabeza a los piés. Les hablo de Alberto Gorrochategui que, el pasado lunes, compadeció ante el público que abarrotaba el escenario de la Fundación Marcelino Botín, para dar cuenta de sus progresos en su nueva etapa, esta vez desde el Conservatorio Nacional de Música y Danza de París, tutelado por Philippe Müller.

El programa que nos quiso presentar tenía el indudable sabor de la exigencia para sí mismo en un alarde que no empañaban el virtuosismo por grandes dosis de entrega expresiva. Y si todo empezó con ciertos nervios y algún tropezón con la sonata que Schubert escribiera para el “arpeggione”, la emoción de Debussy y la profundidad de Brahms fueron suficientes para arrancar bravos de la audiencia y respeto y admiración, como les contaba al comienzo, por parte de quien les escribe.

No podemos dudar la categoría que Gorrochategui siempre ha demostrado sobre el escenario, un talante al que hemos de sumar mucha entrega y una forma de contarnos las partitura que nos envuelven hacia el corazón mismo de cada una de las piezas. Con el gesto serio y el movimiento de su cuerpo más pausado que hace años –me permito este tipo de frivolidades por haber sido testigo directo de progresiones casi etológicas en su estilo- respira cada una de las frases y parece consumir ese aliento en las notas que desgrana.

A su lado estuvo el piano de Ales Larrazábal, más discreto pero eficaz en el diálogo con el violoncello y ágil en obras llenas de aprietos y trampas para el intérprete no entrenado. Ahora, como suele suceder, llega el tiempo de seguir creciendo y de encontrar un hueco para desarrollar ante mucho más público técnicas, habilidades y todo un mundo de música que nos hará, una y otra vez, sentir ese punto de orgullo ajeno del amigo que triunfa en lo que siempre ha querido hacer. En la música... con respeto y admiración hacia ella también por sus intérpretes.