“La experiencia del gesto”
La danza llegó al Palacio de Festivales de la mano –y con la presencia en Santander- de uno de los coreógrafos más importantes de la segunda mitad del siglo XX: Jira Kylián.
Esta vez vino a traernos de nuevo a la tercera compañía de la Nederlands Dans Theather, sección que abre una puerta muy interesante para ofrecer a los bailarines que rebasan la frontera de los 40 años un espacio para seguir practicando la disciplina que les acompañó durante toda su vida. Una idea única en el mundo y, a tenor de los resultados presenciados la noche del pasado viernes en la Sala Pereda, muy interesante.
Tres fueron las propuestas escénicas que configuraron el programa y en las que no solo pudimos ver la destresza de los nombres en escena sino también el particular y siempre intenso universos escénico del coreográfo holandés.
En ‘A Way A Lone’ se nos propuso una suerte de concierto para tres solistas que, en sus tres partes –Adagio, Allegro jocoso y Lento... bien pudieran haber sido las dinámicas- manifestó un sentido del humor mutable hacia la seriedad formal o a la broma del detalle. El empleo del recurso de video en directo en la parte central de la obra supuso una magnífica forma de integrar tecnología y danza con un resultado sencillamente espectacular.
El Largo del concierto para violín y orquesta de Giya Kancheli puso sonido a la coreografía de Hans van Mamen, un dúo escénico de corte más clásico que seguía el planteamiento formal de la partitura en un encuentro-desencuentro de hombre/mujer, frente a frente con y sin máscara.
Por último ‘Brith-Day’, propuesta ambientada en las cortes clasicistas del finales del XVIII que, a ritmo Mozartiano, fusionaba la grabación videográfica con la constante –aunque en el fondo breve- presencia escénica de los bailarines. Una original propuesta que carga todo su peso en el trabajo previo –ahora simpático ahora dramático en un inconfundible estilo del siempre genial Kilyan- de producción cinematográfica que nos dejó en parte convencidos pero, también en parte, algo confusos. Más, ¿quién pone barreras a la creatividad? Propuesta más teatral que de baile, pero igualmente efectiva.
Y si es cierta aquella máxima que más sabe el diablo por viejo –con perdón- que por diablo, en el Netherlams Dans Theater III pudimos comprobar que la agilidad que se pueda perder con el paso de los años es de sobra compensada con la expresión que se gana fruto de la experiencia. Desde el interior de los cuerpos brota un manantial de vida y un torrente –ya ven que voy increecendo- dramático en el que el gesto no es sólo un recurso sino una verdadera fuente de inspiración.
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