Selección de críticas del musicólogo Gustavo Moral Álvarez

lunes, octubre 09, 2006

"Un gran Carmen en Nancy Herrera"

La Temporada Lírica del Palacio de Festivales comenzó la que será su edición número XI con uno de los títulos del repertorio más significativos y conocidos por el público: ‘Carmen’ de Bizet. Una producción dirigida en la escena por Francisco López –que nos visitó el pasado año un hermoso ‘Don Giovanni’- y musicalmente por Antonello Allemandi, bien conocido por el público santanderino por sus visitas al foso orquestal del Festival Internacional de Santander.
Siempre es difícil el compromiso que se adquiere al programar un titulo de este tipo. Por un lado, el tratarse de una de las óperas que más han calado en la memoria colectiva gracias a las asequibles y cercanas melodías, asegura la asistencia del respetable. Pero de otro lado el recuerdo de grabaciones, vídeos y DVD’s hacen que se tienda a comparar y a buscar en el directo lo que se ha aprendido en las grabaciones. Y eso es imposible. Aunque si nos da por comparar, mucho hemos de buscar para encontrar una presencia tan completa, en lo vocal y en lo dramático, como fue la de Nancy Fabiola Herrera en el rol protagonista de esta Carmen.
Su presencia sobre el escenario emanaba una luz que inundaba todo el espacio. Gracias a un timbre hábil con la melodía y repleto de unos armónicos bellísimos que redondearon una interpretación magistral. Cantó, actuó, bailó y todo lo hizo con la coherencia que exige el papel de la gitana ‘fatal’ ideada por Merimée. Siempre a un nivel muy alto y sin dudas ni titubeos, con sentido musical y con la gracia que puebla el personaje. A su lado Michael Hendrick realizó un Don José creciente, evolucionando dramáticamente en los cuatro capítulos de la obra, pero logrando las cotas más interesantes en los dos últimos, tornando una actuación más aturdida cuando ha de ser galán de libro por una presencia muy sólida para la última parte del drama. Musicalmente el tenor americano tiene una voz menos redonda –pero bien situada- que crece y se asienta del mismo modo que su actuación.
Leontina Vaduva, la Micaela de esta ópera, logró dar lo mejor de su arte en el aria correspondiente del tercer acto. Moduló con expresividad su registro en frases muy cálidas y cercanas que trasmitieron emoción. Tuvimos un contratiempo con Jean Luc Chaignaud, al que una anunciada afección vocal le impidió hacer su papel –Escamillo- en las condiciones exigibles, algo que se notó de forma evidente. Y es que el delicado trabajo de los cantantes hace que un leve catarro pueda poner en peligro un montaje tan complejo como éste.
Los papeles secundarios, en las voces de Laura Alonso, Alexandra Rivas, Eduardo Santamaría, Luis Cansino o Francisco Santiago, fueron buenos pilares de esta ópera que reparte su peso de forma fundamental en los protagonistas principales. Es destacable el quinteto del final del acto segundo en el que las dificultades de la partitura fueron solventadas con presencia y mucha musicalidad. Secundarios, si, pero únicamente en su papel, que no en sus cualidades.
La orquesta sonó bien y la dirección de Allemandi fue implicada y precisa, con entrega y mucha atención a la partitura. El Coro Lírico del Palacio de Festivales tuvo sus más y sus menos, con una presencia teatral un tanto estática en el gesto –en parte achacable al propio proyecto escénico- y con algunas intervenciones musicales evidentemente flojas. Una lastima, tal vez justificable por la premura de esta ‘Carmen’ que se ha montado en menos de una semana o tal vez no. También se contó con la participación de la Escolanía de Astillero que realizó un buen trabajo musical con "cambio de guardia".
La dirección escénica tiene su parte pictórica en la composición de cuadros que mucho deben a la larga nómina de pintores andaluces que la historia del arte ha dejado. Francisco López retrata escenas y mueve a figurantes y coro para lograr hacer ligeras a la vista situaciones en las que cuenta con más de un centenar de personas sobre el escenario. En este sentido es casi neoclásico en el movimiento, preciso y estático en evoluciones que buscan la composición más armónica. Pero frente a esta "herramienta" más aséptica está el desgarro del movimiento de la bailaora que aparece como sombra –o presagio, o alter ego- de Carmen, dándonos con su baile los momentos más expresivos de la escena en cada una de sus apariciones, de especial forma al cerrar el primer y el último cuadro. Paco López no es un director de sorpresas escénicas sino más bien un trabajador de precisión que va engranando todos los elementos en una exacta sucesión de movimientos y gestos. Lo más intenso de su propuesta, ya les digo, en ese desgarro del baile y en las escenas, de cuadro y luz, que quedan para nuestra retina.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

"la dirección de Allemandi fue implicada y precisa" dice usted en su crítica; desde mi punto de vusta y oído el maestro Antonello Allemandi destrozó el estreno, se perdió varias veces y dejó solos y scelerados a cantantes, orquesta y figurantes. En esta ocasión no estuvo a la altura de su arte; lo viví de cerca, fui figurante y en el ensayo general sí estuvo acertado.
Saludos
Salvo

5:38 p. m.

 

Publicar un comentario

<< Home