“La seccionalidad de Resterlich’ ”
El pianista cántabro Pablo López Callejo fue el encargado de poner en pié a la obra que consiguió el segundo premio del VI Concurso de Composición Pianística ‘Manuel Valcarcel’, ‘Restlich’ del italiano Francesco Milita. Un concierto desarrollado en la Fundación Marcelino Botín y que acompañó a la obra de estreno con piezas de Haydn, Mompou y Chopin.
La pieza galardonada es un mosaico musical basado en los versos de Hans Magnus Enzensberger, poeta alemán. Desgaja su discurso en diez fragmentos que, a su vez, ofrecen un concepto episódico, en cada uno de ellos, del discurso musical. La conexión entre ellos, además del lenguaje unitario a base de técnica y estética, se produce con citas y giros a veces repetidos y en otras ocasiones desarrollados en cada una de sus partes. Milita acude a elementos levemente expresionistas y ocupa parte de sus sonoridades en acercamientos armónicos procedentes del jazz junto a otros que se nos presentan herederos de cierto neorromanticismo e, incluso, con giros más minimalistas. Pablo López Callejo, al presentar la obra, supo acompañarla de los Cantos Mágicos de Mompou, un referente con el que comparar algunos momentos de ‘Resterlich’ que ayudó a entender mejor su desarrollo.
La seccionalidad de esta pieza permite una escucha atractiva y fácil de aprehender. Es en el contraste donde encontramos muchos logros que tuvieron en López Callejo a un intérprete muy entregado con ella capaz de salvar las dificultades, que eran muchas, de su escritura. Si tuviera que encontrar algún “pero” al estreno puede que apuntara lo que también es su virtud: tantos planos pueden ayudar a asimilar el discurso pero dificultan en parte el apreciar la obra en su conjunto.
Acerca de Pablo López Callejo es preciso resaltar la apuesta decidida que ha tenido que realizar para profundizar, comprender y explicarnos una partitura como ésta. En el resto del programa intuimos la intención de este pianista de ofrecer una visión personal de la Sonata de Haydn, con un ‘Andante’ muy meditativo y quieto, alejado de los cánones que, la interpretación moderna, parece tener asignados al piano del periodo clásico. Con Mompou tuvimos los momentos más musicales de López Callejo, un músico que muchas veces se ha querido calificar como “trabajador” pero que nos demostró que su técnica también se complementa con un sentido sonoro extraordinario capaz de relatar fragmentos muy interesantes.
Con Chopin, especialmente en el Scherzo y Final de su Sonata, nos dejó momentos de incertidumbre con algún que otro tropezón de su ejecutante. Así todo el concierto gustó y demostró que un pianista puede seguir siéndolo a pesar de dedicar su tiempo a la enseñanza. Es cuestión de compatibilizar ambos mundos y, sobre todo, de querer ofrecer a su público cosas interesantes. Como hizo Pablo.
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