Selección de críticas del musicólogo Gustavo Moral Álvarez

lunes, octubre 23, 2006

“Esfuerzo musical”

Hace unos meses, cuando concluía la programación del Festival Internacional de Santander, desde estas páginas suspirábamos por tener casi la certeza de que ya no habría más música de orquestal en nuestro entorno hasta el año próximo. Me equivoqué ya que, la programación cultural de Caja Cantabria, ha incluido estos días la presencia de la Orquesta Sinfónica Estatal Rusa en la actividad del Centro Cultural de la Calle Tintín, bajo la batuta de su director titular, el castreño Ramón Torrelledó.

Imprescindible es resaltar el esfuerzo y trabajo derrochado en el concierto que, el pasado jueves, conmemoró el 250 Aniversario de la muerte de W.A. Mozart. No les voy a contar que esta formación es la mejor del mundo ni que todo lo que sucedió en la noche del concierto, musicalmente hablando, fuera impecable. Pero la sensación recibida es la de una entrega de unos “currantes” de la interpretación en una tarea, la de acercarnos la música, que dada las peculiares características de nuestra comunidad “des-orquestada”, cumplen una tarea cultural más cercana a lo social. Seguro que me entienden.

El programa , sucesor de un primer concierto ofrecido días antes, se compuso con obras mozartianas que, en la primera parte, repasaban fragmentos de su ópera ‘La Flauta Mágica’ para después culminar con el bien conocido ‘Réquiem’ de este autor. Para ello contaron con las voces de Irina Starodubtseva, una soprano con un registro muy hermoso, no muy grande en potencia –especialmente en los agudos- pero rico en armónicos y buen gusto interpretativo. La mezzo Nadeszhda Krivusha demostró energía y presencia vocal. Mucho más discreto resultó el tenor Aurelio Puente, mientras que el bajo Iván García realizó unas intervenciones que, salvando algún despiste en la primera parte, fueron gratas gracias a una voz de tímbrica muy pura.

Las partes corales correspondieron al coro Tomás Luis de Victoria que dirige Luz Pardo. Otro ejemplo de esfuerzo y ganas que se vio compensado con el aplauso y el tributo del público. El coro trabajó duro la partitura y pudo apuntar momentos muy interesantes. Tal vez, en algunos otros, su presencia quedara sepultada por la orquesta y evidenciara la necesidad de la formación de tener más registros graves y medios, frente a una muy interesante sección vocal en las sopranos.

Torrelledó, con el porte clásico y visceral que caracteriza su forma de dirigir, estuvo atento en todo momento a los episodios sonoro y arrancó mucha energía de los de Rusia. Al final, un bis muy particular y emotivo: los últimos compases escritos por la mano de Mozart justo antes de su muerte. Un silencio tras su escucha de una obra incompleta. Todos, al escuchar este ‘Requiem’ descubrimos donde está y donde no la mano de su autor. Este cierre nos llevó hasta donde se quedó el gran maestro.